Ministerio de la Música


En la Iglesia Adventista del Séptimo Día llegó a cumplir la profecía. Fue elegido como un instrumento divino de proclamar a todo el mundo, la buena noticia de la salvación por la fe en el sacrificio de Cristo y en la obediencia a sus mandamientos, a fin de preparar un pueblo para el regreso de Jesús.

La vida de aquellos que aceptan esta responsabilidad debe ser tan dedicada como su propio mensaje. Este principio se aplica, de manera especial, aquellos que, a través de la música, tienen la tarea de dirigir la Iglesia de Dios en la adoración, en alabanza y en la evangelización, ya que "la música es aceptable a Dios cuando su corazón se establece y se funden y santificados”. - Elena de White, Carta 198 a 1895.

Esta es la parte efectiva y emocional del culto. Por eso la importancia de la música no puede ser subestimada, pues es un elemento básico en la adoración por diversas razones.

1.   Produce una atmósfera que lleva a la adoración.
2.   Induce a una mayor participación del grupo.

Partes musicales en el culto

1.  Preludio – Crea una atmósfera de calma y tranquilidad en la congregación. Puede ser un himno o música clásica. Frecuentemente se usa órgano, piano, teclado o música grabada.
Si el coral canta, debe dirigir los pensamientos de la congregación hacia Dios.

2. Doxología – Es otro llamado a la adoración. Aquí los adoradores responden a la presencia de Dios con alegría y loor.

3. Interludio y Ofertorio – Instrumental o vocal. Sirve para llevar el pensamiento al tema central.

Adoración y Misión de la Iglesia

La iglesia está destinada a la gloria de Dios. Esa es su vocación y misión divina (Is 43:21; 49:3; Ef 1:6). Hay un extendido consenso en el cristianismo actual en mirar la adoración como la tarea primaria de la iglesia.

La adoración se vincula con la misión de la iglesia. Las dos actividades eclesiásticas son inseparables. Se ha discutido a veces en torno a la función principal de la iglesia y su culto. Subsiste en ciertos grupos la idea de que los cultos tienen como meta principal la evangelización. Muchos otros se inclinan en favor de la adoración como el gran objeto del culto. Se enfatiza que Dios es el destinatario del culto antes que el mundo. Posiblemente una visión integradora responda más al espíritu del Nuevo Testamento. En Pablo el culto puede honrar a Dios y al mismo tiempo servir a un propósito evangelizador (1 Co 14:23-25).